Andy Fernández Torre | La izquierda ha sido poblada por personas que se creen anti-sistema y a la vez se presentan como salvadores del mismo anunciando por programa los DDHH, como si fuesen un presidente yanqui a punto de intervenir un país que no se doblega. No existen las verdades, pero sí muchas subjetividades. Todo son constructos y hay días que parece que todos para alienar, pero los DDHH van a misa porque los entregó Yahvé o algo así. Personas que piensan lo mismo que un imperialista del siglo XIX: que lo de razonar es cosa propia del hombre blanco…nos mandan callar en nombre del antirracismo… Un día nos largarán que la Revolución Francesa y los jacobinos eran capitalistas, racistas, machistas, etc. Estamos fastidiados cuando se cree que Robespièrre era liberal, pero no me puedo enredar en que no nos suena su “economía política popular”, entre otras cosas.
Degeneración de ciertas izquierdas que no han sabido recapitular en un mundo en el que abandonaron las reformas y las revoluciones… para soñar lo imposible. Lo peor es que salen de un contexto intelectual parecido al del fascismo: el del irracionalismo y el relativismo. De hecho coinciden en algún punto: al igual que para los fascistas, la Historia sólo es fuerza. De la misma manera que no existe la verdad: toda verdad no es más que la imposición de una bota. Los fascistas más nietzscheanos acusaban de rabínico al que cuestionase tal absurdo. Mussolini -que era un tipo culto- sabía lo que hacía con el relativismo: allanar el camino para que ganen los fuertes.
Defienden principios monárquicos por encima de todo: la defensa de minorías privilegiadas e intocables porque sí, como si lo hubiese dictado Dios y amén…. y si se les oponen argumentos o se exigen ejercer los derechos que tanto han costado -entre ellos los de debatir el orden político- la respuesta que se obtiene es “fascista” o “me la suda”: el me ne frego de Mussolini. Perdonen que no me puedo enredar en el asunto de que democracia e izquierda venían preocupándose de la mayoría.
Esta izquierda perdida, que no tiene ni idea de qué hacer, más allá de una mística voluntad, nos inunda con el miedo al otro: lo único que le da crédito social mientras se enzarza en aventuras sin rumbo conocido. Como si pudiesen cerrar los ojos hasta que al abrirlos el mundo funcione como ellos quieren. Pero me adelanto, mientras cierran los ojos mueven fichas en la “dirección correcta de la Historia”, que tiene varios destinos, unidos por un común denominador: disolver la izquierda histórica, mientras adquiere fuerza una distopía.
Han comenzado por el borrado España y de las mujeres, realizando la obra de la derecha antiliberal: acabar con la nación y apartarlas a ellas. Pronto se sumarán más perdedores de la Historia y un día aprenderemos que la lucha de clases era otro constructo social. La izquierda tuvo un principio y tendrá final, pero algunos intentan precipitarlo abusando del nombre en un peligroso acto de autosacrificio narcisista que tiene por objeto una resurrección reaccionaria.
Andy Fernández Torre
- La izquierda bota - 13/08/2021