Entrevistamos a Unidos Sí; Enric Martínez y Julio Villacorta:
– ¿Por qué concurrir a unas elecciones generales sin apenas presupuesto y donde parece resurgir el bipartidismo?
Hay razones políticas generales y otras referidas a las trayectorias de las personas que aparecen en la candidatura. Respecto a las personas, todas ellas acreditan una larga trayectoria de defensa de derechos lingüísticos, culturales, sociales y políticos. Derechos de ciudadanía, derechos de igualdad; junto a un extenso compromiso con la defensa de la clase trabajadora. Entre los motivos más generales, está la defensa de las normas y garantías pactadas en la Constitución Española. Pacta sunt servanda. Ambos tipos de razones pueden resumirse en una elemental: por dignidad. Sin duda, un imperativo categórico inalienable.
Podría preguntarse: “pero, ¿hay algo amenazado? ¿Algo ha cambiado?” Sí, lo que algunos intuyeron en 1981 y el tiempo ha confirmado plenamente: el catalanismo, la doctrina que ampara todas las agresiones que ahora han estallado, pretende claramente una sustitución nacional para la soberanía de Cataluña, destrozando el principio de igualdad civil consagrada en la Constitución, perpetrando una auténtica demolición de lo común.
Asimismo, la defensa electoral de la igualdad y lo común no debe depender del dinero que casi siempre te hace cautivo de alguna fracción de la oligarquía económica. Demos a nuestros compatriotas una opción sobre la que informarse y a la cual poder votar, aunque solo sea con el esfuerzo de unos esforzados pioneros.
-En el debate en Atresmedia la palabra más recurrente para justificar la reforma del código penal y los indultos fue «apaciguamiento», ¿creéis que hay mayor grado de convivencia ahora que en 2017? De ser así, ¿a qué coste?
La violencia de los disturbios organizados antes e inmediatamente después de 2017 con ocasión del juicio, sin duda ha remitido; pero sabemos que es un mero repliegue táctico que durará hasta que se produzca una reposición de fuerzas.
De la fase de guerra de movimientos que representó el Procés hemos pasado a la fase de guerra de posiciones en la que se protegen las nuevas líneas y recursos, se restauran bajas, y se analiza lo acontecido e identifican nuevos objetivos. Estamos en este momento procesal del proyecto de sustitución nacional que anhela el catalanismo. No vamos a afear nunca ni a éste ni a ningún gobierno español los esfuerzos para “apaciguar” los ánimos: es lo prudente. Pero nuestra misión como fuerza política activa en el teatro de operaciones donde vive y sufre la ciudadanía y se conforma su opinión publica implica otro rol que cumplir: sembrar en la mente de nuestro adversario la semilla de la inseguridad y la incertidumbre.
La sociedad civil que pretende participar en las instituciones tiene su papel como resorte de disuasión. Hemos de lograr proyectar sobre el adversario que no le vale la pena que entre por esa línea de confrontación porque va a salir sin obtener lo que se propone, y peor de lo que ha entrado, como ocurrió en Canadá con Quebec. Hay que señalarle sus vulnerabilidades y demostrar voluntad y capacidad para actuar sobre ellas. Esa ha de ser nuestra misión, sin necesidad de que se produzca violencia.
Nuestra percepción es que faltan en España lo que podríamos llamar los “resortes” que disuadan las aventuras de los nacionalismos trasnochados. El, digamos, “apaciguamiento” de la oligarquía nacionalista catalana y sus seguidores se logra evitando agravios injustificables, aunque muchos menos que los que se pregona, de hace ochenta años, pero también aplicando el peso de la ley a quienes hoy cometen abusos de poder. No hacerlo así da alas a una escalada delictiva que destruye la convivencia y acaba en más y peores estallidos de violencia.
– La mayoría de las encuestas señalan que el viraje conservador será una realidad el próximo 23J, da la sensación de que la ultraderecha nació ayer y hoy quiere reconquistar la Bastilla, ¿No tenemos desde hace tiempo a reaccionarios asentados y merodeando por el Congreso?
Podríamos decir que, más allá de una situación líquida, estamos en una situación gaseosa. La toma de conciencia de los límites del crecimiento económico, los cambios sociales y la evidencia de las revoluciones científico-técnicas pueden presentarnos en cualquier momento una situación que, junto a grandes desgarros económicos y sociales, abra las puertas a fuerzas disruptivas de grandes posibilidades.
Hay que estar preparados para todo, aprender a conservar lo que de verdad lo merezca y rechazar lo contingente. Yo no estaría por santificar nada ni satanizarlo tampoco.
Francis Fukuyama acertó cuando corrigió su tesis del Fin de la Historia. No hay tal fin: seguimos ante el reto de profundizar en la búsqueda de la dignidad humana. Hay ahí fuera un universo que nos espera: la Tierra sólo es nuestra cuna.
Para tomar el poder y afianzarlo, los políticos nacionalistas aprovechan la incertidumbre y el temor a lo nuevo y desconocido de su público para, ofreciéndole un pretendido, siempre falso, regreso a unas fabuladas esencias que así les devuelva a una tranquilidad transitoria. En efecto, tal como apuntas, en las instituciones representativas de España y Europa hace tiempo que van en ascenso los sectores más reaccionarios.
– Se rumorea que Salvador Illa podría sustituir a Sánchez en caso de debacle electoral, ¿un tecnócrata, como señalan algunos medios, de Secretario General? ¿Cuál sería vuestra posición al respecto?
Bien, volvamos al terruño. A Pedro Sánchez no hay que minusvalorarlo. Se percibió con la crisis de la CoViD una “sintonía” entre el Presidente y Salvador Illa, alcalde de La Roca del Vallés, una población semirural. Fruto de esa sintonía se produjo el descabalgamiento de Iceta con un perfecto movimiento parabólico ascendente-desplazante con caída amortiguada, primero, en el Ministerio de Administración Territorial y, luego, en el de Cultura.
En ese movimiento de piezas surge, inesperadamente, un nuevo valor: Raquel Sánchez, alcaldesa de Gavá, una ciudad industrial metropolitana, como ministra del poderoso ministerio de Fomento.
Algunas señales de alarma se debieron activar en el sanedrín catalanista del PSC porque su órgano oficioso “L’Hora”, periódico digital en el que su ex secretario general Raimón Obiols oficia de buena mañana todos los días “L’Apunt del Dia”, no ha dejado de impartir doctrina catalanista como sólo él sabe hacerlo.
Mientras tanto los muchachos de Josep Mª Sala siguen en la cocina preparando sus recetas… No parece que Illa tenga una alternativa preparada por sí mismo. Si el rumor se confirmara, sería la definitiva toma del poder del PSOE por el PSC. Y eso, ni en sus mejores sueños Obiols y Sala se lo hubieran imaginado.
En el último Congreso del PSC, en el que se produjo la sustitución de Iceta por Illa, Sánchez fantaseó con una posible doble militancia en Cataluña en el PSC y el PSOE. Una idea maquiavélica que no debió gustar mucho al PSC. ¿De qué lado jugará Illa?
Tampoco hay que minusvalorar a Iceta. Recientemente en un homenaje prefabricado a Josep Mª Triginer, Iceta se permitió la “provocación” de reafirmar que, en el PSC, la catalanidad sólo se entiende dentro del canon que marca el catalanismo, y que cualquier otra idea que Triginer o cualquier otro sector pretendiera promover, no tiene posibilidad de progresar.
En síntesis, la fórmula que sancionó Iceta es que es catalán todo aquel que vive y trabaja en Cataluña y se integra en los arquetipos propios del catalanismo. Otra forma de decir lo mismo que Jordi Pujol acotó en su día: es catalán sólo el que quiere serlo; los demás… ciudadanos de segunda, ciudadanos de relleno. Contingentes.
Al socialismo español le quedan bazas para poner freno a las derivas diferenciadoras e insolidarias procedentes del PSC: esperemos que las sepa ver. ¡Hagan juego, damas y caballeros!
UNIDOS SI juega en este campo y sus candidatos electorales llevamos muchos años batiéndonos el cobre por esta causa.
– Por otro lado, la derecha reivindica la unidad y la libertad, la unidad de la nación y la libertad de los grandes capitales. Probablemente por eso Feijóo aborde el problema territorial con sus acólitos de La Vanguardia. ¿Está en el voto conservador la solución o precisamente pecan, aunque con retórica distinta, de acabar abrazando los mismos delirios identitarios en aras de permanecer en el poder?
En perspectiva histórica, las derechas no sólo han defendido privilegios de clase, sino que también ha sido mucho más proclives que las izquierdas a bendecir privilegios territoriales. Valga recordar, en este sentido, el papel del conservador Herrero de Miñón como promotor de los pretendidos “derechos históricos” de diversas zonas de España en la Constitución, y las ventajas concedidas por gobernantes conservadores como Aznar las oligarquías de esos territorios.
No obstante, las concesiones del PSOE desde los años 90, con su evidente empeoramiento hasta el gobierno actual, implican que unos por principio, por su inclinación moral a la desigualdad y el privilegio, y otros por apego al poder y el consiguiente oportunismo táctico, acaban cediendo a las oligarquías catalana y vasca de manera semejante.
Dijo Bismark que «España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”. Es cierto que no logran destruir su núcleo, pero sí debilitan España en el concierto de naciones, lo que le ha llevado a perder territorios y la población que allí residía, amén de un peor trato en negociaciones comerciales y otros órdenes con otros países. Lo que es peor, estas luchas intestinas causan además injusticia y dolor entre millones de compatriotas que son tratados como ciudadanos de segunda en Cataluña, País Vasco, Galicia, Baleares y Comunidad Valenciana.
Cambiando ahora el nivel de análisis, a mí me ha resultado muy interesante durante este lustro la evolución de los dos ministerios gestionados por catalanes. Si gana Feijóo, la cuota catalana no podrá ser menor: ¿tendrá la capacidad de “seducir” a nuevos representantes de los poderes fácticos catalanes? En este sentido, la cuestión será si el nuevo catalanismo dominante, con ascendente empresarial, se implicará en la gestión de la nueva derecha española o, por el contrario, se mantendrá bloqueado como durante las décadas de dominio del “capo di capi” Jordi Pujol. Sin duda, es lo que en estos días los estados mayores de las “famiglias” estarán peinando: en viéndolas…
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