Adolfo Martínez Rodríguez | A día de hoy la industria del comic genera entusiasmo en buena parte de la población. Ya no se trata de responder con tiras cómicas en periódicos a un sector únicamente juvenil infantilizado, sino que el comic responde y esta dirigido a un público de edades muy diversas, y los juegos -cambios de personajes, movimientos editoriales, etc.- obedecen única y primeramente a la sociedad de consumo.
El cómic nació a raíz de la gran depresión en Estados Unidos, a comienzos de los años 30. Con el paso de los años, fue ganando interés sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, donde se utilizaban las tiras cómicas para satirizar al adversario -Capitán América vs Hitler- y entretener al público juvenil.
No obstante, el mito del superhéroe se ha ido renovando a través de la historia de la humanidad. Superman no sería más que la versión contemporánea de Hércules (véase Los Superhéroes y la Filosofía de Matt Morris). Es muy curioso observar que previo a la segunda guerra mundial, Superman era llamado <el héroe socialista>. En las tiras cómicas se ve literalmente a Superman persiguiendo a los enemigos clásicos del capitalismo y protegiendo a los oprimidos. Tuvo menos éxito Batman, héroe solitario y multimillonario que tomaba la justicia por su cuenta. A comienzos del siglo XXI, esta situación ha sido dada la vuelta completamente, a raíz del auge del capitalismo y el crecimiento de la sociedad de consumo. Superman es ahora ninguneado, mientras que Batman es hoy incluso el estereotipo perfecto anarcocapitalista.
Las actualizaciones respecto a los personajes siempre han ocurrido en el mundo del cómic, la cuestión es cuándo y por qué. Un ejemplo menor de ello fue Lucky Luke al dejar de fumar cuando comenzaron las campañas antitabaco, respondiendo ante el estereotipo correcto de la sociedad.
Tintín en el Congo siempre ha sido considerado una obra brutalmente racista -y verdaderamente lo es-. En 2007 el Reino Unido acordó poner una advertencia a primera página de su contenido, pero sin embargo, el resto de obras donde se trata la explotación de esclavos (Stock de coque) o el comercio de armas (Tintín y los pícaros) no tienen tanta relevancia a día de hoy. Tintín incluso viajó al País de los Soviets para informar de aquél nuevo gobierno comunista. Este tipo de historias se achacan al carácter conservador de Hergè, donde por cierto, el número de mujeres en sus obras brilla por su ausencia. Tintín posee numerosos errores que hoy incluso pueden ser tachados de <raros> por los adolescentes, pero Hergè dejó bien claro que por encima de todo está la amistad.
Esta doble vara de medir solamente responde a las necesidades de la sociedad de consumo, y las grandes multinacionales -como Disney- se han dado cuenta. Thor, -el dios del trueno- ahora es mujer. El hada madrina de Cenicienta, un hombre negro. El único objetivo que presentan estos cambios de la mano de empresas como Disney o Marvel (absorbida esta segunda por la primera) es el crecimiento de capital en obras que saben que van a responder favorablemente a sus intereses.
Un personaje fantástico puede ser y representar lo que sea y no debería ser ningún problema, pero el objetivo empresarial que se persigue es capitalista. Si no, ¿por qué no se revisan todas las obras de carácter fantasioso que muestran estereotipos confundidos o irreales? Porque solo se revisan aquellas que serían rentables para perpetuar la sociedad de consumo, y la tendencia actual de la misma, es conservar los ideales actuales del posmodernismo.
Qué curioso sería ver a Hergè a día de hoy mandar a Tintín de nuevo a América y retratar todo lo que está sucediendo allí: Cómo queman miles de cómics como acto simbólico y como el reportero valiente, informa de aquella barbarie. En el fondo, las cosas no han cambiado tanto.
Si le contara esta historia a Uderzo y Goscinny, probablemente me dirían que estos romanos siempre han estado locos. El problema es que los romanos son aquellos que queman libros y están locos, y Astérix y Obélix: la resistencia que nunca les va a dejar dormir tranquilos.
Adolfo Martínez Rodríguez
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