Siempre alejados de cualquier sectarismo, desde El Jacobino no vemos con malos ojos la reducción de la jornada de trabajo, propuesta clásica de las izquierdas que perseguían el pleno empleo y que durante algún tiempo parecieron olvidarse de los trabajadores y sus derechos, entretenidas en otras prioridades y causas.
Los hechos son tozudos en España: nuestro desempleo estructural contrasta de forma clara y llamativa con el abundante y profuso fraude laboral que caracteriza nuestro mercado de trabajo. En cuanto a las jornadas laborales realmente desempeñadas en nuestro país, sirvan dos ejemplos.
Primero, la cantidad de horas extraordinarias fraudulentas que ni se remuneran ni se cotizan, datos estadísticamente estremecedores (1). De poco sirve cualquier avance legislativo, por más que tenga lógica la redistribución del tiempo de trabajo, si la realidad material de tantos trabajadores sigue caracterizada por los incumplimientos flagrantes de jornada, la precariedad y la explotación.
Segundo. Uno de los instrumentos imprescindibles para garantizar que la jornada de trabajo no sea, como hoy pasa en muchas ocasiones, un verdadero papel mojado, es dotar efectivamente a la Inspección de Trabajo de medios suficientes. Las constantes reivindicaciones y huelgas recientes de este cuerpo esencial para la correcta tutela de los derechos laborales refleja, y lamentamos constatarlo, una distancia sideral entre las intenciones declaradas del legislador y el cumplimiento de compromisos esenciales para valorar su credibilidad en esta materia. Si el compromiso del gobierno fuera verosímil, el trato a los Inspectores de Trabajo realmente hubiera sido otro muy distinto (2).
En otro orden de cosas, constatamos que:
- España tiene un problema de productividad que no se soluciona con la devaluación salarial que durante décadas ha caracterizado a nuestra economía. En una economía abierta, competir en salarios y fraude laboral es socialmente destructivo al tiempo que muy poco inteligente desde un punto de vista económico.
- España tiene un problema salarial muy relevante, para el que medidas parciales como la subida del SMI son indudablemente positivas, pero no suficientes. Nuestro modelo productivo terciarizado, el desmantelamiento dogmático de nuestro tejido industrial, la impugnación neoliberal del Estado como instrumento clave en la iniciativa económica y el muy deficiente tamaño de nuestras empresas son síntomas claros de un problema estructural.
- Durante las diferentes reformas laborales implementadas desde finales de los años 80 se ha mantenido un modelo laboral de flexibilidad interna y externa que se entendía como clave para ganar competitividad: así, los sucesivos abaratamientos del despido improcedente, la eliminación de los salarios de tramitación, la flexibilización de los despidos objetivos y de las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo. Todas y cada una de estas políticas, blindadas por el gobierno presuntamente más progresista al que podemos aspirar, han servido para precarizar aún más las condiciones de trabajo de nuestro país, pero no han mejorado ni la productividad ni la competitividad exterior y además han ahondado en la precariedad de los trabajadores y en la perdida de protección clásica del derecho laboral.
- La proliferación de microempresas y autónomos en España, así como la uberización de las relaciones de trabajo cada vez más sometidas a formas mercantiles encubiertas como los falsos autónomos, acentúan dinámicas de fraude laboral de difícil control, incumplimientos de jornada laboral, máxime cuando los recursos para su control son escasos e insuficientes.
- La negociación colectiva debe reformarse de forma completa, no como en la última reforma laboral. Sólo así articularemos un instrumento esencial para desechar efectivamente el paradigma de devaluación de salarios. La prioridad de los convenios sectoriales respecto a los de empresa ha de abarcar no sólo cuestiones salariales, sino el resto de materias. Al mismo tiempo, este gobierno debe convencerse de la imposibilidad de blindar la negociación colectiva con unos socios que, cada vez que tienen ocasión, no pierden la oportunidad de reclamar la prioridad del convenio colectivo autonómico respecto al estatal o de un ámbito laboral de decisión propio, desentendiéndose del común, medidas todas ellas lesivas para la fuerza de negociación de los trabajadores, que se disgregaría otra vez, en esta ocasión por el flanco identitario.
- Otra medida estructural pendiente es enfrentar la principal brecha que afecta a nuestro mercado de trabajo: no tanto la invocada cuestión generacional, sino la separación preocupante entre el capital y su libre circulación y un trabajo cada vez más deteriorado tras la erosión del clásico pacto capital-trabajo que caracterizó al Estado social. Ante la globalización económica y financiera, el espacio de la política y la soberanía popular se ha visto deteriorado y subordinado. Para recuperar el equilibrio perdido y proteger a unas rentas del trabajo cada vez más degradadas, necesitamos instrumentos políticos integrados y funcionales, ámbitos de decisión democrática que permitan subordinar la economía a parámetros de bien común. Sólo así se podrá enfrentar la depauperación salarial y, al tiempo, el cuestionamiento de nuestro sistema público de pensiones.
España necesita apostar por una política industrial ambiciosa, como hemos explicado aquí (3), desechar definitivamente el modelo de devaluación salarial, garantizar una inversión suficiente en I+D, propiciar el crecimiento de nuestras empresas y, al mismo tiempo, acometer una verdadera reforma laboral que ponga en el centro el trabajo y los derechos laborales, la lucha decidida y en serio contra una precariedad laboral lacerante y que no se combate, una inversión ambiciosa para reforzar y dotar de medios materiales y humanos a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, al tiempo que se apuesta por el reparto del tiempo de trabajo con inteligencia y realismo.
(1) El 53% de los trabajadores españoles hicieron horas extra en 2022, aunque casi el 40% no las cobraron – El Economista: https://www.eleconomista.es/economia/noticias/12350656/07/23/el-53-de-los-trabajadores-espanoles-hicieron-horas-extra-en-2022-aunque-casi-el-40-no-las-cobraron.html
(2) Los inspectores de Trabajo suspenden la huelga sin lograr las mejoras que les había prometido el Gobierno – El País: https://elpais.com/economia/2023-06-27/los-inspectores-de-trabajo-suspenden-la-huelga-sin-lograr-las-mejoras-que-les-habia-prometido-el-gobierno.html
(3) Claves para una reindustrialización realista – El Papel: https://www.elpapel.es/claves-para-una-reindustrializacion-realista/
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Los niveles de productividad en España han sido muy cuestionados Diversos estudios coinciden en que de un promedio horario de 8 horas el trabajador dilapida dos horas largas (mínimo un 25%) en tareas no productivas : desde conversaciones informales con sus próximos hasta navegaciones ajenas a su función en la empresa pasando por parón del desayuno y servicios. Que pasará tras la reducción a 6 horas?