Cruz y raya a la deriva reaccionaria. Quizá este sea el mejor modo de presentarles a Izquierda Española, el nuevo partido político que lidera Guillermo del Valle. Yo estuve allí y debo reconocerles que de entrada, siendo un tipo en el que impera una depresión pomposa a la vista de los últimos acontecimientos, no tenía grandes expectativas. Ahora bien, hay momentos en la vida que la realidad afea mi pesimismo arrojando no poca esperanza.
Con un auditorio a rebosar desembarcaban en La Casa del Reloj el propio Del Valle, en tanto que cabeza principal; Beatriz Flores, responsable programática; Laura Montecino, portavoz adjunta; Soraya Rodríguez, eurodiputada; Félix Ovejero, filósofo político; Juan Francisco Martín Seco, responsable económico de Julio Anguita; y el dramaturgo, entre otras tantas cosas, Jon Viar, quien condujo maravillosamente el acto. Bien, no me andaré con rodeos. Bastó con escuchar a Beatriz Flores y Laura Montecino para comprobar que hay vida inteligente más allá de Óscar Puente. El cerrilismo al que nos tienen acostumbrados —léase con voz de Arias Navarro— ha muerto, pensé. A la juventud comprometida con un programa emancipatorio le siguió la sabiduría de dos veteranos intelectuales. Personas además que reconcilian a eruditos con individuos comunes, como servidor, ya que sus intervenciones pusieron de manifiesto que es posible ser honesto e inteligente al mismo tiempo. Ovejero lejos de pedir clemencia reclamó dignidad a tantos socialistas de disgusto pasillero, no sin antes invitar a los asistentes a recuperar los significados de conceptos tan maltratados como socialismo, democracia e igualdad. Por otro lado, Martín Seco rogó cautela, “alzar el vuelo no es prometer la toma del cielo por asalto, alzar el vuelo supone reconocer cuál es la tesitura política en la que nos encontramos y actuar en consecuencia”.
Permítanme llegados a este punto hacer un breve inciso. Hay algún que otro columnista un tanto desnortado, que independientemente de desconocer los mimbres intelectuales sobre los que reposa Izquierda Española, no tardó en espetar que si The Objective se hace eco de tu actividad es que eres facha, porque allí publica Arcadi Espada. Claro está que tiene habilidades tarotísticas, no hay un solo artículo del Sr. Espada en ese periódico. Se nota que ni se ha molestado en leerlo nunca. En cualquier caso, qué más da, entre la falta de argumentos y su incapacidad para debatir, embaucar parece ser la única opción disponible. En esta ocasión intentó insinuar que si apareces en un medio su línea editorial es análoga a tu ideología. Para que se hagan una idea, siguiendo su hilo argumental, es como si yo sugiero que El País y The Objective comparten filias porque ambos publican sobre la presentación del partido. O mejor, es como si yo afirmo que Idafe es igual a Daniel Gascón por escribir en el mismo periódico. En fin, toda parodia es eufemismo.
Punto y aparte, sigo. El toque de pasión razonada lo pusieron la eurodiputada Rodríguez y Del Valle. La primera recordó al ministro Bolaños que la soberanía reside en el pueblo y no en el líder, o en culto a éste último, que en eso son expertos los monclovitas. El segundo defendió una cuestión tan básica como anómala en España: toda constricción al perímetro de ciudadanía restringe derechos. Socialismo clásico de toda la vida. Y ya está. Les recomiendo que huyan de toda ficción, sobre todo en política, mal lubricada. Como mínimo si quieren engañarnos que se esfuercen, no hay que pedir menos.
En Madrid el domingo se congregaron socialistas y no pocos comunistas que están hartos de esta chatarra intelectual que hoy campea por el Congreso bajo un paraguas nominalmente progresista. Paraguas que por lo demás no es impermeable al racismo y la xenofobia, y tampoco está exento de no agravar las desigualdades sociales. Pero dejemos las últimas líneas para recalcar que en La Casa del Reloj se respiró una enorme ilusión estrechamente ligada a una responsabilidad mayúscula: ser el último dique de contención frente al despotismo. Depende de ustedes revertir el rumbo.
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Muy buen relato del acto Marc.
Me gustaría señalar algo que mencionas y que también en mi entorno me critican, sobre todo por Guillermo, «fíjate dónde ha escrito» dicen. Les recuerdo que nadie empieza en los sitios mejor considerados y que lo importante es que no se cambie el mensaje dependiendo del sitio, como es el caso.
Un abrazo.