Christian Hernández | Este artículo se propone criticar el análisis y la postura de los marxistas españoles que en base al texto de “El marxismo y la cuestión nacional” de Iósif Stalin sostienen sobre España. Es un tema bastante manido incluso cansado a estas alturas, pero al que no se le consigue dar carpetazo entre las izquierdas en España. No me propongo simplemente hacer el cuadragésimo artículo sobre el tema, sino demostrar que no es necesario recurrir a doctrinas externas al propio Stalin para ver que el análisis sobre las naciones y la solución que significa el derecho de autodeterminación es incompatible y perjudicial para la España actual. Su texto es el que sirve de fundamento a los partidos comunistas españoles para defender la existencia de naciones y aplicar la misma receta que se defiende en él, por ello veo importante discutirlo desde la propia fuente, sin emplear otras teorías y sin desmerecer la importancia que pudiera tener en la Rusia de principios del siglo XX. En mi opinión, que se tenga este texto como referencia en el marxismo español es consecuencia de no desarrollar una teoría de la nación propia basada en la realidad española, quizás por dogmatismo quizás por carencias teóricas. No se hará una crítica en profundidad al texto, simplemente señalar los puntos clave para hacer ver que no es homologable la realidad de esa Rusia a la España de cien años después.
El análisis que hace Stalin en este texto se refiere a una época concreta, a la época del «capitalismo ascensional» que se estaba dando en Rusia y que suponía una transición entre el feudalismo y el capitalismo, una época de transición donde no había una vida «normal» y «constitucional», marcada por la Guerra de los Balcanes, donde crear un Estado unitario suponía “agrupar artificialmente a gentes dispersas y desunidas”. Él consideraba que en la Europa occidental el capitalismo terminó de establecerse mucho tiempo antes y las naciones se convirtieron en Estado-nación, mientras que en la Europa oriental la situación fue distinta y se formaron Estados multinacionales que se encontraban todavía en un “feudalismo sin liquidar”. El desarrollo de la industria y del capitalismo conlleva un proceso de disgregación de las naciones donde estas pierden sus viejos vínculos y adquieren otros nuevos, estas «comunidades tienden a esfumarse, las barreras nacionales se desmoronan y caen”. Esto es lo que pasó según el propio Stalin en los países de la Europa occidental y que en la Europa oriental todavía no había sucedido.
Por lo tanto, el dibujo de la situación es totalmente distinto en España, donde el proceso de transformación de la sociedad se llevó a cabo desde, al menos, principios del siglo XIX. Donde las migraciones hicieron borrar cualquier diferencia étnica o de modos de vida que pudieran haber existido, sin negar ciertas diferencias culturales o costumbres, pero que no llegan a constituir puntos de tanta importancia como para crear naciones. De vital importancia es la división territorial en provincias establecida por Javier de Burgos , que fue el origen del modelo provincial que perdura hasta nuestros días y la base sobre la que se asientan las Comunidades Autónomas, que lejos de ser «naciones» son divisiones administrativas del Estado con funciones legislativas que tienen su estructura en dicha división provincial llevada a cabo en un período liberal relativamente reciente.
Dibujo distinto que exige una solución también distinta al llamado “problema nacional”. La propuesta de solucionar sus problemas mediante un derecho de autodeterminación como defendía Stalin para un Estado multinacional no puede ser de aplicación en un Estado-nación plenamente consolidado, no ya en la época en la que Stalin estudia la situación, si no mas aún en el presente. Nos encontramos en una fase del capitalismo donde está totalmente desarrollado, con una democracia parlamentaria, una Constitución vigente y un Estado organizado bajo un sistema autonómico que no «oprime» a ninguna nacionalidad. Las opresiones que relata Stalin de una nacionalidad sobre otras son las siguientes: restricción a la libertad de movimiento, trabas al idioma, restricción de derechos electorales, trabas a la religión y reducción de escuelas. Ninguna de estas opresiones se encuentran actuando en España, por el contrario, encontramos en el Congreso de los Diputados partidos con reivindicaciones separatistas financiados por el propio «Estado opresor», así como una Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, también en la Administración General del Estado (ni que decir tiene en las Comunidades Autónomas) está reconocido y protegido el uso de las lenguas cooficiales, por poner tres ejemplos claros. En el fondo la solución de Stalin pasaba por la “igualdad nacional de derechos para resolver la cuestión nacional”.
¿Cuál es el “problema nacional” realmente existente en España? ¿Que tipos de opresiones concretamente hay contra aquellos grupos que se dicen “naciones”? ¿Que desigualdad de derechos existe en España? En consecuencia no cabe derecho de autodeterminación por el simple hecho de que no existen «naciones oprimidas», el hecho de equiparar una Comunidad Autónoma de un Estado-nación capitalista democrático, que no es mas que una división administrativa con capacidad legislativa a una «nación» como lo serían los letones, armenios o ucranianos en la Rusia multinacional del principios del siglo XX en un «feudalismo sin liquidar» solamente obedece a un error teórico con mayúsculas y a una lectura acrítica tanto del texto como de la realidad actual.
Tomar prestada la solución de otros contextos y realidades es algo que el propio Stalin critica en su texto a propósito de Austria y de los judíos, cito textualmente:” Se parte del supuesto de que todo lo acertado para Austria lo es también para Rusia…ni un análisis de la realidad rusa, ni un examen de la vida de los judíos en Rusia, solo se tomó prestada la solución del Partido Socialdemócrata Sudeslavo…así plantean y «resuelven» los bundistas la cuestión nacional en Rusia…”
Nosotros diríamos: ni un examen de la realidad española, solo se toma prestada la solución de los soviéticos, así plantean y resuelven los comunistas españoles la cuestión nacional en España.
Por otro lado, nos queda hablar del tema del federalismo como modelo de organización territorial. Quien proponga este tipo de modelo deberá aclarar qué diferencias tiene respecto del modelo autonómico. Puedo intuir que se tomaría como unidades a las Comunidades Autónomas (que son uniones de provincias) que dejarían de estar sujetas a la Constitución y podrían aprobar cualquier legislativa en el ámbito de su territorio. Por nuestra parte señalamos que esto es un doble error, por un lado, con vistas al futuro se impediría la administración central necesaria para organizar una economía planificada, además de suponer la división de un partido político socialista, de los sindicatos y demás; por otro lado, en el presente, mini-Estados como esos serían muy susceptibles de caer bajo el mandato y soborno de empresas multinacionales grandes, los Estados son la herramienta con las que se pueden poner trabas al capital y cuanto mas pequeño peor será la correlación de fuerzas, sin decir tiene que estos mini-Estados llevarían a cabo una lucha para ofrecer mejores condiciones fiscales y laborales a esos capitales. No es lo mismo federar para unir que federar para separar. Ya Stalin tenía dudas sobre el federalismo: “El federalismo en el terreno de la organización puede acabar transformándose en separatismo porque exige el deslindamiento por nacionalidades, desintegración del Partido obrero único, división de los sindicatos por nacionalidades, exacerbación de las fricciones nacionales, rompehuelgas nacionales: he ahí los frutos del federalismo en el terreno de la organización”.
Por último, decir que tratar de coger el análisis de Stalin para considerar a ciertas Comunidades Autónomas como naciones es crear problemas donde no los hay, o si consideramos que los hay no se hace mas que sobredimensionarlos, crear naciones donde no las hay, de nuevo Stalin: “¿Desde cuando los socialdemócratas se dedican a «crear» naciones?”.
La situación de España exige un análisis propio y unas recetas propias que no las tomen prestadas de un Estado multinacional hace 100 años. Hoy la realidad es bien distinta, los problemas que acechan a la España autonómica son antes que las «naciones oprimidas» el capital internacional que atenta a las condiciones sociales de los ciudadanos, su posición geopolítica respecto de los Estados predominantes en la esfera mundial y el riesgo de proliferación de planes y programas separatistas, entre otros. Derecho de autodeterminación y federalismo son posiciones que casan perfectamente con esos problemas y que desvían la atención hacía una cuestión que debería estar más que superada a estas alturas de la historia.
Christian Hernández