Muy de moda está el debate sobre el modelo fiscal que se debe aplicar en nuestro querido (no para todos) país. No debería ser el único al que le aterra la idea de la excesiva ideologización respecto al modelo fiscal. Por un lado, tenemos a los liberaloides dogmáticos vendiéndonos las bondades de los impuestos a la baja (todos los impuestos), como si los efectos sobre la recaudación no variasen dependiendo de la naturaleza del ingreso fiscal.
Por otro lado tenemos a los fundamentalistas de la «justicia social», capaces de reventar toda una competitividad del sector privado con tal de subir impuestos.
Siempre he pensado que la economía es una cuestión ecléctica que debe estudiarse por estudio de datos y antecedentes históricos más que por gustos ideológicos.
En el caso de la fiscalidad hay que tener la responsabilidad para reconocer que ha de ser progresiva, para que la carga no recaiga en los que menos tienen, pero, yendo a un análisis más cualitativo, habría que igualar rentas de capital y del trabajo (más recaudación sobre operaciones financieras menos productivas para el colectivo de una sociedad).
En cuanto a los impuestos corporativos, la mayor asignatura pendiente, es gravar los beneficios de las multinacionales como Volkswagen o Apple que llegan a remitir pérdidas en España porque se llevan su beneficio a sus sedes donde tributan a un tipo impositivo mucho más bajo. Adicionalmente, hay que escapar del discurso antiempresarial como si de demonios se tratasen, son absolutamente necesarios para la reindustrialización del país y para generar empleo de calidad.
En definitiva, se necesita un buen análisis socioeconómico de dónde estamos y dónde queremos estar para elaborar un programa económico alejado de ideologías, pensando de verdad en la gente y menos en egos intelectuales.
- Fiscalidad ¿cuál es el verdadero objetivo? - 19/01/2024