Álvaro Plá | Lo que afecta a un ser humano me afecta en tanto que yo también pertenezco a la humanidad, un principio que caracterizaba a aquellos que en la asamblea nacional constituyente surgida de la revolución francesa se situaron a la izquierda del trono y el altar, y que a pesar de ser una unión heterogénea de diferentes sensibilidades, todos compartían unas características comunes en su proyecto político, la universalidad, la racionalidad y la lucha por el progreso en contraposición a los situados a la derecha que defendían el mantenimiento de las estructuras del antiguo régimen, los particularismos y el orden cristiano.
Esta base sirvió para diferenciar a grandes rasgos a la izquierda de la derecha durante los siglos posteriores pero la permeación de los movimientos identitarios dentro de la izquierda parece haber diluido esa diferencia, pues la izquierda mediática parece ahora resuelta a exterminar conceptos universalistas como “ser humano” para sustituirlos por un tribalismo que construye grupos oprimidos en función de cualquier característica física o psicológica que pueda percibir como diferente y que haya protagonizado una polémica en algún hilo de Twitter.
Del mismo modo, esta izquierda mediática rechaza la razón como forma de análisis de la realidad, rechazándola por tratarse de un producto “occidental” que “discrimina” a otras culturas; esta izquierda mediática que convierte la excepcionalidad en norma y que pone la estética por encima de las ideas, olvidando así el análisis científico de la realidad material que caracteriza la herencia marxista y racionalista de la izquierda.
En palabras de Norberto Bobbio, la izquierda está construida para corregir periódicamente la desigualdad y el autoritarismo ¿Pero acaso no destruye la igualdad crear grupos minoritarios haciendo énfasis en las diferencias y compitiendo en victimismo para ver quién está más oprimido? ¿Acaso no contribuye al autoritarismo la defensa de los “espacios seguros” y la incapacidad para asumir que el sentimiento de ofensa no es motivo para fomentar la cancelación de las ideas? En la actualidad esta misma izquierda mediática es la que acusa de ser reaccionarios y fascistas a aquellos que desde dentro de la izquierda siguen defendiendo esos principios universalistas, racionales y de progreso.
La definición inicial entre la izquierda y la derecha atiende a la definición de Gustavo Bueno, quien también define a esta nueva generación de izquierda, omnipresente en los principales medios de comunicación, como indefinida ya que carece de una propuesta concreta de organización política. Pero ante las diferentes actitudes y bases filosóficas de la nueva izquierda mediática tal y como se han expuesto cabe preguntarse si no se trata en realidad de una nueva reacción pintada de colores, ya que si estas nuevas ideas de “izquierda” no encajan con los valores que desde la ciencia política, la filosofía y la tradición histórica han identificado como de izquierda ¿Por qué considerarlos como tal?
En el siglo pasado la izquierda lo tenía claro con movimientos como el feminista, el propio 8 de Marzo, sincretizado por este movimiento, fue propuesto por la líder comunista Clara Zetkin quien siempre se mostró beligerante contra el feminismo considerando que era un error analizar a las mujeres como un grupo homogéneo o como una clase social sin tener en cuenta sus condiciones materiales, pensamiento que condensa muy bien Alexandra Kollontai cuando afirma que a las obreras socialistas no les importa si su explotador es hombre o mujer y que las feministas a diferencia de las mujeres socialistas lo único que buscan es conseguir para ellas los privilegios de los varones privilegiados, y quien defiende los privilegios ¿en qué lado del trono y el altar se sitúa?
Ya es hora de que en este siglo se tengan las cosas igual de claras y se vea que cuando el movimiento queer defiende el género está perpetuando los roles y estereotipos que la tradición asignó al sexo, y eso, es una reacción frente al progreso, que cuando el nacionalismo defiende los privilegios en base al esencialismo pretende romper la universalidad, y eso, es una reacción frente al progreso, tan reaccionario contra el progreso como quien reivindica el relativismo cultural de permitir los burkas en espacios públicos poniendo la religión por encima de la razón, o como quien habla de afrodescendientes en lugar de Españoles para dividir a la nación política en base a su color de piel.
Y es que quien reacciona frente a la universalidad, la razón y el progreso ¿En qué lado del trono y el altar se hubiera situado?
Álvaro Plá