Adrián García Peña | Muchos artículos tratan ya el conflicto existente en torno al concepto de hispanidad y a las dificultades para celebrar los vínculos que unen a más de 500 millones de seres humanos. Estas líneas viajarán por un camino distinto, más optimista y con la vista puesta en el futuro.
A pesar de las estatuas derribadas, de la utilización partidista de la historia, de la búsqueda constante de enemigos pasados que desvíen la atención de los problemas presentes; en fin, a pesar de la losa que cae cada año sobre la Hispanidad en forma de leyenda negra, no todo está perdido. A ambos lados del Atlántico millones de personas participan cada día en un potente acercamiento cultural en español a través de la literatura, el deporte, la música, el cine, el teatro, las series, los videojuegos, las redes sociales y un largo etcétera. En definitiva, a través de instrumentos valiosos para la vida en común, para la creación de comunidades.
En la vanguardia de este propósito, y junto con los elementos mencionados anteriormente, se encuentran hoy los canales de contenido digital de plataformas como Twitch o YouTube, donde día tras día surgen y se fortalecen lazos sin importar la nacionalidad, el color de la piel, el sexo o la edad. Lo relevante es el entendimiento mutuo y pasar buenos momentos juntos. Estas actividades gozan de un crecimiento imparable en el mundo del entretenimiento, y acercan a multitud de personas de procedencias diversas. No es exagerado afirmar que los vínculos entre la juventud hispana son más fuertes que nunca, y cada día más que el anterior.
Del éxito de estas plataformas entre la población joven se pueden extraer dos ideas importantes: primero, que cuentan con un reemplazo generacional asegurado; y segundo, que todos ellos van sustituyendo poco a poco a sus progenitores en el grueso de la ciudadanía de sus respectivas naciones, con las consecuencias sociales y políticas que puede suponer a largo plazo. De darse estas circunstancias entre la población de los Estados miembros de la Unión Europea, la euforia europeísta se extendería como la pólvora y hablaríamos de éxitos y de buenas perspectivas de futuro. Sin embargo, en el caso del mundo hispano tiende a pasar desapercibido, cuando no es visto con recelo o incluso vergüenza por quienes beben de la visión negrolegendaria de la historia de España y América.
No obstante, y volviendo al optimismo, esas personas no contaban con el disimulado pero continuo sabotaje de quienes pasan sus ratos libres hermanándose con otros hispanos de ambos hemisferios, creando comunidad en el mismo momento en que el lector recorre estas líneas. Los lazos lingüísticos y culturales siempre han estado ahí, pero el surgimiento y la generalización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación los fortalecen, los amplifican y los acercan aún más. Por ello, y pese a los múltiples obstáculos, las perspectivas de futuro de la hispanidad son enormemente esperanzadoras.
Adrián García Peña
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