Con motivo de algún aniversario de las revueltas de mayo del 68 en Francia, alguien preguntó al presidente chino Xi Jim Pin qué creía él de los hechos. Según se cuenta, su respuesta fue: “¿Qué se puede decir de un acontecimiento del que no han pasado ni siquiera 100 años?”. La semana pasada una parte del panorama noticioso internacional cubrió las protestas del 11 de julio acontecidas en múltiples zonas de la isla de Cuba. Una amiga argentina, persona inteligente, me preguntaba cinco días después de los hechos qué me parecía que estaba pasando y si conocía algún sitio donde encontrar información fiable sobre el asunto. Yo, que había estado la semana entera viendo, leyendo y escuchando múltiples videos, posts, artículos, reportajes, discursos y alegatos sobre lo ocurrido, no pude replicar, comentar o recomendar nada y le respondí francamente: “no sé qué está pasando y no he visto a nadie que lo sepa”.
En ese momento vino a mi memoria la anécdota del presidente asiático y comprendí, frustrado, que quizá no podría saber nunca qué ocurrió realmente el pasado 11 de julio y no me alcanzaría la vida para comprenderlo. Hoy, a una semana y dos días del 11-j, me decido escribir sobre el asunto, y no porque milagrosamente haya tenido acceso a datos e información privilegiada que me lo permita. Continúo en el mismo estado de ignorancia que antes. Sin embargo, aun cuando creo que poco se pueda decir de lo realmente ocurrido, no sólo por la cercanía de los hechos, sino también por la poca información que existe -aunque algunos afirmen lo contrario-, me parece que sí es posible exponer algo de lo que, hasta ahora, se ha venido diciendo del fenómeno.
Con ello, le advierto al amigo lector que en este texto no encontrará respuesta acabada acerca de las manifestaciones, sus causas, motivos, líderes, intenciones y, mucho menos, repercusiones a corto, mediano y largo plazo. Para cuestiones de esta naturaleza recomiendo acudir a las redes sociales, a algunos medios dizque “independientes” sobre temas cubanos y a youtubers de diverso pelaje (¡ay los youtubers!), quienes al parecer ya poseen toda la información, han hecho las pesquisas necesarias, comparado los datos, contrastado las fuentes, realizado los análisis teóricos correspondientes y formulado las conclusiones. Por mi parte, contando únicamente con una semana para revisar lo dicho y publicado sobre el tema, encontrándome lejos del lugar donde aconteció el fenómeno y teniendo a mis espaldas unos escasos 17 años de estudios sociológicos, reconozco con humildad que no me encuentro facultado para tales argumentaciones.
Mi propuesta en el presente texto se encamina a plantear algunos esquemas que nos permitan organizar, dentro de unos presupuestos analíticos mínimos y muy generalizadores, las diferentes posiciones sobre el tópico. El objetivo será que personas como mi amiga argentina y otras puedan acercarse a cuanto se viene diciendo con unas mínimas, aunque precarias, herramientas de análisis para cribar u organizar (criticar, digamos) lo que viene exponiéndose o lanzándose al ruedo del ágora pública. Dado que mi experiencia es limitada, tal como mencioné, y no cuento con las capacidades de periodistas, artistas, influencers, arquitectos, vendedores de supermercados, hacedores de palomitas de maíz, médicos en cesantía, políticos democráticos, youtubers (¡ay, los youtubers!) y otros opinadores sobre el tema, tendré que hacer uso de una teoría o sistema que me permita operar dentro de estas realidades para no perderme en ellas. En otras palabras, utilizaré como mapa para el análisis elementos de la teoría política del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno. Específicamente, apelaré a su noción sobre las distintas capas de la sociedad política.
Sin ahondar demasiado en las particularidades de esta teoría, pues no buscamos hacer un análisis académico exhaustivo, diremos que, para Gustavo Bueno, la estructura de la sociedad política (cuyo protagonista es el Estado -un Estado que trasciende el mero gobierno-) está constituida por tres capas: basal, cortical y conjuntivo[1].
La capa basal contiene en sí el poder gestor, planificador y redistributivo. Está relacionada con la esfera económico-doméstica (que incluye la crianza de los hijos) o económico-política (producción, distribución, empresas, instituciones financieras, bolsa, trabajo, sindicatos). Esta capa se puede coordinar con los múltiples recursos del Estado. O sea, sus ríos, montañas, reservas minerales, animales y otras riquezas materiales, sobre las que se asienta y en torno a las cuales opera la sociedad política en su conjunto. Este estrato se coordina sobre el territorio apropiado por un Pueblo a partir del cual se forma un Estado (“la Patria como tierra de los Padres”).
La capa cortical, por su parte, engloba al poder militar, federativo y diplomático. En su interior, se contienen todas las interacciones entre una sociedad política dada y otras sociedades políticas similares. Aquí se incluyen la guerra, los ejércitos, la diplomacia, el comercio internacional, las organizaciones políticas, tanto internas al Estado como externas en sus relaciones con pares o diferentes.
Finalmente, la capa conjuntiva abarca los poderes estrictamente políticos (ejecutivo, legislativo y judicial). Este estrato implica, además, a las múltiples estructuras sociales –instituciones familiares, asociativas, profesionales, generacionales–. Está coordinada por los elementos (culturales en alguna medida) que permiten la cohesión de los agentes sociales componentes de esa sociedad política.
Teniendo en la mira estos mínimos esquemas teóricos, proponemos como hipótesis de trabajo que los distintos análisis y posicionamientos sobre la temática incluyen las tres capas mencionadas. El propio Gustavo Bueno se ha referido a la imposibilidad de separación de estos estratos, aun cuando los mismos pueden ser disociadas, o sea, analizados en momentos o puntos de fuerza distintos. En este sentido, quienes abordan la temática se enfocan con mayor o menor énfasis en fenómenos relativos a algunas de estas capas, incluso a dos o a las tres de ellas a la vez.
Para comenzar, la posición gubernamental, tanto de los propios gobernantes como de los agentes mediáticos afines a estos, ha girado sobre lo que podemos denominar una supremacía de los elementos corticales como los causantes de los acontecimientos que nos convocan. En este sentido, estos argumentos sobre los orígenes de las protestas están vinculados con las relaciones entre el Estado cubano y el norteamericano. Con esta teoría se coordinan los distintos fenómenos, incluso los pertenecientes a capas diferentes de la cortical, que se mueven en torno a los hechos. Aquí entran, como cabe esperar, el embargo económico, las agresiones mediáticas y las campañas en redes sociales financiadas o no por agencias extranjeras. En relación con estas últimas, el gobierno cubano centra la atención en las campañas SOS Matanzas[2] o SOS Cuba[3], lanzadas en plataformas digitales y presuntamente financiadas por fondos del Departamento de Estado. Ambas, presumiblemente diseñadas con fines desestabilizadores, habrían sido coordinadas desde, por un lado, Miami, y por otro, New York y Madrid, respectivamente.[4]
Es verdad que, en algunas comparecencias, sobre todo en las últimas realizadas[5], el presidente cubano Miguel Diaz Canel ha reconocido situaciones que se pueden vincular con elementos basales, relativos a la escasez de recursos con los que hoy cuenta el país para enfrentar la crisis económica que atraviesa, como al número pico de los casos de COVID-19 producido en los días cercanos a las protestas. Pero incluso estos fenómenos son presentados coordinados mayormente dentro de las relaciones Cuba-EEUU, específicamente con la existencia del Bloqueo. En este mismo marco, también se han planteado algunos hechos cercanos a la capa conjuntiva presentes en la situación. En este sentido, dos son los más destacados. El primero se relaciona con un cierto descontento en un amplio sector de la población, reconocido por el gobierno, dado por la implementación de cadenas de tiendas para vender artículos esenciales en divisas extranjeras. Estas ofertas resultan prohibitivas para muchos sectores sociales, sobre todo los más humildes de la población, quienes no tienen acceso a dichas divisas, provenientes en su mayoría de las remesas familiares. Por otra parte, el gobierno apunta a otros factores, sociológicos/conjuntivos, relacionados con las clases sociales o lo estratos implicados en las protestas, calificados por algunos medios oficialistas como marginales. Este sector se constituye, desde esta perspectiva, como el protagonista de los actos vandálicos en algunos puntos de los territorios donde se dieron las marchas. Para estos fenómenos de tipo conjuntivo, también se plantea por parte de las terminales gubernamentales la hipótesis de un monismo implícito. En efecto, reduce estas dinámicas a relaciones corticales, pues en todos los casos el es postulado como detonante una coordinación desde el extranjero, los que explicaría la simultaneidad observada en los diversos conatos de protestas a lo largo de todo el país.
Sin embargo, esta hipótesis no explica del todo la composición sociológica de los implicados, ni las dimensiones de las protestas. A nuestro juicio, no es posible hablar de composición social predominante en los términos planteados hasta este momento. Determinar cuestiones como la distribución social de los marchantes, su composición por sexo, clase, estratos, niveles educativos, integración laboral y cuanta variable se quiera, requiere unos análisis no realizados. Aun cuando el gobierno tiene una cierta ventaja con respecto al resto de los grupos de opinión, pues tiene un mayor acceso a muestra poblacionales significantes (incluso de presos, si se quiere, detenidos el día de los hechos), lo cierto es que aun carecemos de los análisis precisos -o, si los hay, no se han dado a conocer-. De aquí que apuntar a un determinado grupo como protagonista de las marchas es, por lo menos, apresurado.
Por otra parte, y con respecto a la idea de la coordinación externa, hay que puntualizar que en Cuba ha habido convocatorias y campañas de este tipo durante años, incluso algunas más estructuradas y mejor financiadas que las aquí mencionadas. No obstante, esta es la única explosión de significación observada en la isla desde los acontecimientos en agosto de 1994[6], que habrían estado circunscritas exclusivamente a zonas de la capital. De aquí que es muy difícil probar esta hipótesis y caben otras explicaciones posibles ante lo que indica el volumen de las marchas, la simultaneidad de las mismas, así como la propia sorpresa de los agentes del orden gubernamental, de los actores de oposición, e incluso de la prensa extranjera. Creemos que una prueba contundente es que la propia prensa extranjera reflejó los hechos con más de 12 horas de diferencia[7], aún después que las redes sociales ardían con los videos de los enfrentamientos entras las distintas facciones implicadas en los eventos. Por otra parte, se puede señalar el hecho de que casi todos los agentes de la oposición “tradicional”, incluso los más mediáticos, fueron detenidos fuera de sus propias casas y de camino a las manifestaciones, no en ellas[8]. Ello indicaría que, a más de uno, los hechos habrían sorprendido tanto como al propio gobierno. Finalmente, debemos señalar la cuestión, no menos importante, de que, de haber contado estas protestas con un nivel de seriedad y estructura mínimos, las mismas habrían sido detectadas por las agencias de seguridad en Cuba, constantemente pendientes y con cierto éxito frente a cualquier intento de perturbación social de tintes políticos medianamente organizado. Sin embargo, o bien se produjo una falla de seguridad monumental, tesis plausible también, o simplemente se trató de eventos espontáneos, lo que no invalida que se pudiese contar con algún nivel de convocatoria anterior o incluso ad hoc mientras se producían los estallidos.
En el espectro contrario a la posición gubernamental, encontramos la así denominada “oposición”. Sobre esto hay que particularizar que en Cuba no hay una oposición política, propiamente estructurada, pues, en principio, no está permitida por la legislación vigente. A lo sumo, se puede hablar de “opositores”, tanto grupales como individuales, más o menos organizados por principios y lineamientos cuyo común denominador es únicamente la oposición al Gobierno de la isla y, en diversos grados, a sus instituciones. Este planteamiento hipotético se opone a los abordajes que se pronuncian sobre los opositores cubanos como si fueran una unidad atributiva y no una diversidad “distributiva”, con intereses no siempre comunes y con fuertes contradicciones entre sí. Si es cierto que muchos de estos opositores yerran al hablar de un Gobierno cubano de manera lisológica[9] (esto es, de modo liso, sin relieves, accidentes ni distinciones), el mismo error lo observamos múltiples veces en los discursos gubernamentales donde no se distingue entre unos opositores y otros.
El discurso de los opositores, de manera general y simplificada, ha girado fundamentalmente en torno a elementos conjuntivos. La hipótesis aquí defendida es que el Pueblo cubano está reclamando su “libertad” y que el único sistema capaz de ofrecérsela es la “democracia”. Esta es la base ideológica no sólo de los opositores internos y externos al gobierno (residentes en Cuba y en el extranjero), sino también de un tercer grupo de oposición que podríamos calificar como cortical por pertenecer a sociedades políticas distintas la cubana, pero en dialéctica (confrontación o amistad) con esta. En este último caso, se inscriben políticos, agentes informativos individuales y medios de prensa radicados en distintos países. Se destacan las declaraciones del presidente Joe Biden[10], de políticos y periodistas norteamericanos y de otros provenientes de Hispanoamérica o de España, en donde particularmente residen quienes han liderado estos discursos.
En la abrumadora mayoría de los casos, el posicionamiento es de tipo conjuntivo, es decir, se relaciona, como hemos apuntado, a los mecanismos ideológicos y políticos a través de los cuales se estructura la sociedad política. En otras palabras, esta postura sostiene que los orígenes de las protestas están en la “falta de libertad de los cubanos”[11], la ausencia de “democracia”[12], la violación de los “derechos humanos”[13], entre otras razones vinculadas al discurso ideológico de las democracias occidentales homologadas. Sobre estos argumentos, entonces, se hacen converger otros relacionados a las capas basales, como la escasez de alimentos, la depauperada economía cubana o la propia agudización de la pandemia. En este sentido, el propio presidente Biden vincula la situación que llevó a las protestas, incluso en el plano económico, con las ansias de “enriquecerse” del gobierno cubano y con la “falta de libertades” en el país. Esto es, el origen de los múltiples factores materiales (reconocidos por muchos opositores) radica, según esta perspectiva, en los decesos de control y la avaricia (factores cuasi psicológicos) de un gobierno cuya única razón de ser es medrar a costa del pueblo cubano. Para otros agentes, también corticales, muchos de ellos políticos españoles[14] y algunos otros hispanoamericanos[15], el origen de estas protestas reside en el comunismo como ideología oficial en Cuba, doctrina que impediría la realización democrática de la sociedad.
Sobre estas posturas hay que apuntar varios elementos. En primer lugar, la sustantificación de la capa conjuntiva de la sociedad tiende a perder de vista otros aspectos, relativos a estratos distintas de la misma sociedad. En el caso concreto que nos ocupa, es posible que se esté pecando muchas veces de lo que Gustavo Bueno denominó “fundamentalismo democrático”, refiriéndose a un tipo de ideología que utiliza la democracia, específicamente la democracia liberal norteamericana, como plataforma sobre la cual articular el conjunto de los problemas de una sociedad. En otros términos, los problemas económicos, sociales, políticos, culturales y hasta ambientales, se podrían explicar y, más aún, resolver, simplemente otorgando más democracia a los Estados. Cuando la opinión sobre el caso cubano se sustentada sobre estos elementos puramente conjuntivos, se ignoran por completo la perspectiva social, estructural, histórica y hasta geopolítica.
Quienes así razonan no tiene en cuenta posibles factores también presentes en el contexto, como pueden ser las múltiples crisis que padecen distintas naciones en la actualidad, la mayoría tenidas y auto reconocidas como “democráticas”, a causa de la pandemia mundial que afecta a la cuasi totalidad de los Estados. En este sentido, quizá podemos enmarcar lo ocurrido en Cuba como otro capítulo de las múltiples protestas y estallidos que vemos a lo largo y ancho del globo, desde Colombia, Chile, Durban a Puerto Príncipe, Múnich y Paris. El caso cubano, con sus características propias, no puede ser desligado de su contexto geopolítico internacional. De lo contrario, caeríamos en un grave error de análisis.
Por otra parte, es preciso que fenómenos tales como la “falta de democracia del Estado cubano”, la “dictadura como sistema político” y las “ansias de libertad del Pueblo Cubano”, sean definidos y dilucidados antes de postularlos como causantes de las protestas. Estas son ideas y nociones que, lejos de ser unívocos, resultan análogos. Es decir, su definición es múltiple y especialmente compleja. Tanto al hablar de “libertad” como de “pueblo” e incluso de “democracia”, es preciso contener un mínimo rigor y establecer de antemano qué se entiende por ello. Todos estos conceptos presentan una larguísima tradición filosófica que evidencia que su abordaje no es la tarea sencilla que se presupone cuando se los utiliza de manera indiscriminada.
A modo ilustrativo de lo que estamos apuntando, sirve de ejemplo la utilización de estos conceptos en el debate sobre los actuales acontecimientos en Cuba entre un economista y filósofo marxista español y un grupo de youtubers españoles, argentinos y cubanos[16]. La tesis defendida por todos ellos, con excepción del economista español, era que el estallido se debía a un reclamo de “libertad” por parte del “Pueblo cubano”. Aquí no se definía de qué “libertad” se hablaba, a qué pueblo se apuntaba o en qué sentido. Se utilizaban ambos términos como si se explicaran inequívocamente por sí mismos. A nuestro juicio, no resultan evidentes ni claras estas tesis conjuntivas (democráticas) defendidas con vehemencia por los múltiples “sociólogos, antropólogos y politólogos” de última hora que habitan las redes sociales.
A juzgar por lo que hemos visto en múltiples videos, hay nociones referidas a libertades políticas; otras, a libertades de expresión; algunas, a libertades de consumo; y una curiosa libertad manifiesta durante el saqueo de una tienda, al respecto de lo cual alguien decía: “esto sí es libertad”[17]. Sin embargo, frente a ello nos encontramos con imágenes, testimonios y videos de signo opuesto, donde otra parte de los actores implicados en los hechos alude al derecho y a la libertad de escoger un sistema político y un tipo organización distinto del democrático occidental al uso.
Esto nos conecta con la otra noción defendida en los debates. Me refiero a la idea de “Pueblo Cubano”. Al respecto, hay que decir que el lisologismo es aquí compartido tanto por partidarios de la teoría cortical (pro-gubernamentales, digamos) como por aquellos defensores del posicionamiento conjuntivo (“opositores al régimen”). Unos y otros se arrojan el monopolio de un “Pueblo” sin matices de ninguna condición. Cuando apelan al término, no se comprende si se refieren a un pueblo en un sentido sociológico (clasial, grupal, estamental, cultural) o a un pueblo en sentido territorial (el pueblo de Matanzas, de Cárdenas, de San Antonio de los Baños, etc.). Las fuentes “oficiales” como aquellas “independizadas” no distinguen entre unos y otros, y casi siempre aluden a aquellos que estarían en coordinación con sus presupuestos ideológicos y sus intereses políticos. En este sentido, llama la atención que, detrás de las menciones a un Pueblo que articula consignas y grita “Patria y Vida” o “Patria o Muerte”, jamás se mencionan elementos referentes a la cantidad de participantes, al número de asistentes por cantidad de habitantes de una zona, o más aún, y para estar más acordes con principios democráticos, no ponen estas cantidades en relación con los padrones electorales de los territorios donde se han producido los disturbios. Gran parte de quienes se auto titulan defensores del “Pueblo Cubano” en su lucha, en el sentido que sea, se arrogan la verdad conjuntamente a las amplias mayorías poblacionales. Una mayoría sociológica que, para más inri, parece que es perfectamente coherente entre sí, así como con las discursividades defendidas por los divulgadores expertos.
Como último grupo de análisis, en aras de atender a la pluralidad siempre presente en todo fenómeno social, hay una amplia serie de claroscuro en medio de las posturas analíticas extremas antes mencionadas. Estas posturas coordinan sus análisis desde presupuestos que implican dos o más capas, sin enfocarse sólo en una, ni reducir fenómenos pertenecientes a alguna de estas a los componentes de otra. En este espectro encontramos los fenómenos multicausales planteados por analistas de diversos medios, profesiones y posicionamientos ideológicos que intentan dilucidar o acumular herramientas para plantear un panorama más claro que el existente. Si bien es cierto que en estas explicaciones a veces se adolece de sistemas que hilvanen los fenómenos tenidos en cuenta, al menos es de celebrar la pluralidad analítica y la marcada intención de evitar el monismo que observamos de manera repetida en los extremos del cuadro. Este tipo de posturas merece un análisis particular para cada caso, a fin de determinar dónde situar la posición en el esquema actual. Aunque es imposible abordar esta tarea aquí, queda sugerida para quienes deseen realizar el ejercicio. En este sentido, estas explicaciones giran en torno a: elementos conjuntivo/corticales, asociados a errores de tipo político-gubernamental (corrupción, impunidad, mal manejo de las crisis) y a condiciones externas adversas; a factores basales/corticales, como la crisis sanitaria y económica, el recrudecimiento del bloqueo, el aumento de sanciones y la guerra irregular sostenida; y a componentes basal/conjuntivos, tales como las interrupciones eléctricas por falta de combustibles y las consecuentes inconformidades y clima de tensiones que ello provoca. Hay incluso quienes intentan combinar elementos de las tres capas sin reducirlos a ninguna en particular: la crisis económica sanitaria internacional, el aumento de la conflictividad social producto de los confinamientos y la situación climatológica de altas temperaturas convergen en la creación de un escenario crítico en los estratos cortical, conjuntivo y basal de la sociedad.
En conclusión, lo dicho hasta ahora sobre los hechos acontecidos en Cuba el pasado domingo 11 de julio está lejos de presentar la homogeneidad que muchas veces se le atribuye. Sin pretender haber agotado el tema, que el panorama evidencia más complejidades de las que se enarbolan desde las múltiples trincheras ideológicas establecidas. Ante esto, es comprensible que acontecimientos como los analizados despierten emociones y generen tantas opiniones como agentes en contacto con algún tipo de información sobre el tópico. Sin embargo, las opiniones sin análisis, argumentos ni teorías que, a modo de mapas conceptuales, nos permitan guiarnos en la vorágine informativa existente, poco ayuda al esclarecimiento necesario y justo de lo ocurrido. Mis críticas en este sentido no están dirigidas tanto a quienes desde su singular posición se expresan en un sentido u otro, desde la humildad de su experiencia, sino a los múltiples “opinadores” de turno, a la expertocracia (casi siempre interesada) que difunde verdades simples sobre fenómenos complejos. Este tipo de posicionamiento es pura ideología, en el sentido marxiano de “falsa conciencia”, de manipulación tendenciosa de la realidad. A quienes de manera sincera y sin segundas intenciones desean tanto como yo conocer, e incluso debatir, sobre lo ocurrido, sugiero que indaguen, sistematicen, estructuren y sólo entonces demuestren sus conclusiones. Quizás (y solo quizás) una pesquisa mesurada y calma termine por arrojar incluso mayores y más sólidos argumentos a sus teorías medianamente infundadas.
[1] Vale decir que cada una de estas capas se coordina con uno de los ejes del espacio antropológico, noción también desarrollada por Gustavo Bueno, en la que no podemos ahondar aquí, pero cuya lectura y relación con lo expresado aportará otros elementos a quienes se interesen en esta perspectiva.
[2] Cf.: https://www.cubainformacion.tv/contra-cuba/20210714/92243/92243-el-covid-como-pretexto-para-atacar-a-cuba
[3] Cf.: https://www.palmbeachpost.com/story/news/2021/07/14/sos-cuba-florida-where-protests-demonstrations-rallies/7969405002/
[4]Cf.: http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/07/12/investigacion-confirma-la-perversa-operacion-de-redes-sociales-contra-cuba-lanzada-desde-el-exterior/
[5] Cf.: https://www.youtube.com/watch?v=ziw8-LqOK-0
[6] Cf.: https://es-us.noticias.yahoo.com/protestas-cuba-hist%C3%B3rico-maleconazo-1994-212451664.html
[7] Yo mismo pude comprobar este fenómeno cuando, a más de 10 horas de lo ocurrido, los titulares de los principales medios de información internacional seguían siendo la victoria de Italia en la Eurocopa y el viaje de Richard Branson al espacio, inaugurando el turismo espacial.
[8] https://revistaelestornudo.com/cubanos-mo-salieron-a-la-calle-protestas-cuba/
[9] Cf.: https://www.filosofia.org/filomat/df818.htm
[10] Cf.: https://www.minutousa.com/actualidad/2021/7/12/joe-biden-se-pronuncio-sobre-las-ineditas-protestas-en-cuba-esto-fue-lo-que-dijo-20426.html
[11] Cf.: https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/cuba-libertad-expresion
[12]Cf.: https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/07/14/sanchez_evidente_que_cuba_no_una_democracia_pero_dice_que_sociedad_debe_encontrar_camino_libertad_122715_1012.html
[13] Cf.: https://www.cubanet.org/destacados/estos-son-los-derechos-humanos-que-se-violan-en-cuba-de-forma-reiterada/
[14]Cf.: https://www.libremercado.com/2021-07-15/tragedia-comunismo-cuba-tres-meses-para-pagar-camiseta-sueldos-5-euros-mes-6800991/
[15]Cf.: https://www.libremercado.com/2021-07-15/tragedia-comunismo-cuba-tres-meses-para-pagar-camiseta-sueldos-5-euros-mes-6800991/
[16] Cf.: https://www.youtube.com/watch?v=VwV9awpw8f4
[17] Cf.: https://www.facebook.com/yamil.diaz.98499/videos/501956554423230
Duzán Avila