En relación a todas las medidas de apoyo y protección social que en época electoral inundan los programas de los partidos, es evidente que un Estado Social y Democrático de Derecho debe tener una política social que apoye y proteja a los más desfavorecidos, pero la clave es que consiga implantar unas políticas socioeconómicas que reduzcan al mínimo las personas que necesitan esa asistencia social continuada.
Uno de los elementos esenciales para eso es que el Estado genere mucha riqueza y, obviamente, que sepa distribuirla de forma equitativa.
La riqueza se genera esencialmente con la actividad económica, y los principales agentes de actividad económica son las empresas, por lo que el Estado tiene que fomentar, apoyar, regular y controlar la actividad empresarial. Lamentablemente ningún gobierno interviene en la actividad empresarial bajo los principios anteriores.
Los de izquierdas porque denostan a las empresas y los empresarios pero no son capaces de impulsar empresas públicas, antes bien se desprenden de las grandes empresas públicas existentes desde la época de la dictadura, como hicieron con las grandes empresas del INI, por su incapacidad de gestionarlas eficazmente y por no creer demasiado en ellas, y los partidos de derechas se desprenden igualmente de las empresas públicas, por idéntica incapacidad de gestión de las mismas, pero en este caso y sin ningún complejo, por ideología privatizadora.
Desde la época, a finales de los 80, en que un Ministro de Industria del PSOE, que curiosamente en todos los demás aspectos era un hombre, culto, preparado y buen funcionario, proclamó que “la mejor política industrial es la que no existe”, en el mejor criterio liberal que hizo las delicias de la derecha, se empezó a planificar el desmantelamiento del sector público industrial concentrado en el INI, que se materializó en la década siguiente por gobiernos del PSOE y PP, y desde entonces no ha habido ninguna intentona de realizar un PLAN ESTRATÉGICO INDUSTRIAL en España.
Pues eso es lo urgente de acometer para crear riqueza empresarial en base a grandes empresas, que generen un amplio y sólido tejido industrial que permita que los jóvenes encuentren trabajo y no necesiten subvenciones de ningún tipo.
Es el aforismo clásico “al que tiene hambre hay que darle un pez para que coma, pero a la vez hay que enseñarle a pescar para que sea autosuficiente”.
Ahora el caladero debe ser un sólido, moderno, eficiente y competitivo tejido empresarial/industrial donde los jóvenes y los mayores tengan fácil integración, y esto solo lo puede y debe estimular el Estado, potenciando a las grandes empresas, públicas y privadas, estimulando alianzas que den solidez y competitividad a las empresas y favoreciendo un marco apacible y razonablemente regulado de actividad empresarial, en donde tenga fácil cabida todo libre emprendimiento empresarial que redunde en beneficio de la sociedad.